El Síndrome de Cotard es un desorden mental en el que el sujeto se percibe a sí mismo como algo que, en cierto modo, no existe o está separado de la realidad.
Las personas con este síndrome son capaces de percibir sensorialmente su propio cuerpo (por ejemplo, pueden verse en un espejo, al igual que todas las personas sin alteraciones de visión) pero lo notan como algo extraño, como si no existieran. Una cantidad significativa de las personas con Síndrome de Cotard, por ejemplo, creen estar muertas, literal o figuradamente, o estar en estado de descomposición. No se trata de una manera metafórica de decir cómo se sienten, sino de una creencia fuerte, que es tomada de manera literal.
Este es un fenómeno psicológico similar a la despersonalización, en la que se experimenta una desconexión entre uno mismo y todo lo demás. La alteración aparece en la manera en la que se experimenta emocionalmente aquello que se percibe a través de los sentidos, no en la manera en la que los sentidos aportan información. Técnicamente, todo lo que se ve, se oye, se toca y se saborea o se huele parece ser de verdad, pero no se siente como verdadero.
En el Síndrome de Cotard, esta desconexión emocional va de la mano de una idea más específica y que es una pseudo-explicación a lo que se siente: uno mismo está muerto, y por consiguiente quien presenta esta alteración ya no tiene un fuerte interés por seguir estando vinculado al mundo.
Lo que experimentan las personas con Síndrome de Cotard es muy parecido a la manera en la que algunas personas fuertemente influenciadas por una cultura o religión determinada pueden llegar a pensar acerca de su cuerpo, el resto de personas y el medio que habitan; la diferencia es que las personas con el síndrome perciben así las cosas siempre, independientemente del contexto, a causa de un funcionamiento anómalo de algunas de sus estructuras cerebrales.
El concepto de desrealización implica la idea de percibir los datos que nos llegan sobre el entorno como algo ajeno a la realidad de quien los percibe. Hace referencia a un fenómeno psicológico que aparece en determinados trastornos psicológicos (no de manera exclusiva en el Síndrome de Cotard), así como en momentos puntuales que no constituyen un indicio de psicopatología.
Puedes experimentar algo parecido, por ejemplo, si estando en una habitación con poca luz colocas una de tus manos ante los ojos. Verás la silueta de una de las partes de tu cuerpo, que es algo que ya has memorizado a lo largo de tu vida, y notarás que sus movimientos se corresponden a los que tú quieres que haga. Sin embargo, la oscuridad puede hacer que, aunque todos los datos que tienes acerca de la mano se correspondan a los que asocias con tu propio cuerpo, tengas la sensación de que la mano no es tuya o está disociada de ti en algún aspecto.
Algo así es lo que viven las personas con Síndrome de Cotard: toda la información sensorial acerca de ellos mismos y el entorno parece en regla, pero a pesar de ello persiste la sensación de que nada de eso tiene significado o es irreal. Además, este delirio es lo suficientemente amplio como para poder tomar distintas maneras de manifestarse. Algunas personas creen que están muertas, otras tienen la sensación de ser inmortales, e incluso se dan casos de pacientes que sólo perciben algunas partes de su cuerpo como algo extraño o que está descomponiéndose.
El Síndrome de Cotard es complejo en sus manifestaciones y en sus causas, que se encuentran sobre todo en el funcionamiento del cerebro. Como hemos visto, el procesamiento de la información que proveniente del exterior y se da a partir de estímulos sensoriales es correcto. Lo que falla es la respuesta emocional de la que debería acompañarse este procesamiento, ya que todo carece de significado. Por eso, se cree que la raíz principal del delirio nihilista se encuentra en el funcionamiento anómalo de la parte del encéfalo asociada al procesamiento de las emociones: el sistema límbico, en la base del cerebro.
De este modo, el Síndrome de Cotard estaría asociado a alteraciones de tipo disociativo en los que hay un maner anómala de sentir determinadas experiencias, no de percibirlas sensorialmente. Se trataría de una incongruencia entre aquello de lo que nos informan nuestros sentidos y la reacción emocional que podemos considerar "de sentido común".
En cualquier caso, el Síndrome de Cotard nos enseña que el cerebro humano lleva a cabo tareas muy complejas y variadas para que podamos percibir e interpretar cómodamente la realidad. Que este proceso sea automático y la mayoría de las veces salga bien no significa que alguna de estas piezas no pueda llegar a fallar, dejándonos con unos ojos, narices y bocas que informen correctamente sobre un mundo sin significado.
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