Hoy en día la enfermedad mental sigue arrastrando un estigma social que no hace más que agravar el estado de la persona que lo padece.
Las enfermedades mentales siguen siendo tratados en la mayoría de las ocasiones como condiciones despreciables por aquellos que no las han conocido o sufrido. Los medios de comunicación en general destacan aquellas noticias con mayor interés social y no dudan en dar a conocer si el protagonista tiene una enfermedad mental como si esto justificase lo que fuera que hiciese, pero lo que acaban consiguiendo es aumentar la estigmatización de las enfermedades mentales.
Existe un microespacio, mi gramo de locura, emitido en RNE 5, en el que el periodista de RTVE José Manuel Cámara da voz a los afectados por este tipo de enfermedades, que con decisión y visibilidad, ayuda a los afectados a exteriorizar sus experiencias y ayuda a deconstruir los conceptos de la salud mental, muchas veces mal concebidos.
Según datos oficiales más de un millón de personas, es decir entre el 2.5 y 3% de la población adulta tiene algún trastorno mental grave y el 9% ha padecido algún episodio crónico o leve y se estima que el 15% lo sufrirá a lo largo de la vida.
Para lograr una mayor visibilidad dentro de esa invisibilidad impuesta dentro de la sociedad es fundamental cambiar la autoestigmación por una mayor autoestima. Para esto se comprobado la gran utilidad de los grupos de ayuda y asociaciones como la Muralla de Tarragona o Flipas GAM (Grupo de Apoyo Mutuo ), ActivaMent , donde, sin asistencia médica, estos grupos logran ayudar tanto al que escucha como al que habla, provocando una empoderación que les permite alzar la voz y exigir derechos e incluso entenderse.
En un ambiente sanitario, el propio paciente puede sentirse cohibido, estigmatizado por su condición a pesar de que el trato pueda ser de lo más respetuoso, lo que dificulta su propio tratamiento terapéutico.
Laura Martin López-Andrade, fundadora del movimiento La Revolución Delirante , describe su movimiento como la revolución de los invisibles, de los escondidos, de quienes renunciaban a una vida en sociedad. Esta psiquiatra dirige desde el Centro de Intervención Comunitaria del Hospital Público Rio Hortega de Valladolid, una experiencia pionera en la se sustituye la medicación por la palabra, dentro de lo posible, en la que, a base de escuchar y conocer a las personas, evitan ingresos y facilitan su vida, plenamente integrada en la sociedad. Intenta avanzar desde una psiquiatría que encapsula a los usuarios en un diagnostico hacia otra más empática, cambiando “el tratamiento por el trato”
Un grupo muy activo en el Movimiento Gallego da Saúde Mental , el cual se reúne todos los sábados en el Obelisco de A Coruña para exigir el cierre de la sala de contención de la planta de psiquiatría del Hospital de Coruña.
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