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jueves, 10 de diciembre de 2020

DELIRIO DE THE TRUMAN SHOW


Curiosamente existe un tipo de trastorno mental que se llama el Fenómeno Hollywood o el síndrome del show de Truman. Como quizá haya imaginado se trata de un tipo de delirio en el cual el paciente cree que está siendo filmado y que la película —en realidad, su propia vida— está siendo retransmitida para el entretenimiento de otros.

Los delirios, creencias falaces y fijas, son síntomas que en ausencia de un problema orgánico indican una enfermedad mental. El tipo y características del delirio varía enormemente de persona a persona, tanto como permite la imaginación. No obstante, los que han sido analizados clínicamente tienen frecuentemente tres tendencias: persecución, grandiosidad y erotomanía. En el caso del síndrome del show de Truman, las cámaras le persiguen a todas horas, su vida es el centro de interés de millones de personas y eso le convierte también en un personaje atractivo y deseable. Así lo describía uno de los pacientes:

Me di cuenta de que era y soy el centro, el foco de atención para millones y millones de personas… Mi familia y toda la gente que conocí eran y son actores en un guión, una charada cuyo único propósito es hacer de mí el foco de atención del mundo.

Dos de los investigadores más famosos sobre el síndrome del show de Truman y quienes le pusieron nombre son los hermanos Gold. Joel es psiquiatra en el Hospital Bellevue de Nueva York mientras que su hermano Ian es catedrático de Filosofía y Psiquiatría en la Universidad McGill de Montreal. Ellos han entrevistado a unas 50 personas con este trastorno, la mayoría hombres, blancos y con edades entre 25 y 34 años, algo normal pues los episodios psicóticos se suelen iniciar entre los 18 y los 30 años. Es posible que en nuestro mundo actual, con el formidable impacto de la televisión en general, y los realities en particular, esta particular forma de delirio vaya a más. Paolo Fusar-Poli, un psiquiatra que trabaja en Londres estima que, de los aproximadamente diez pacientes nuevos que ve cada semana, uno o dos muestran síntomas de tener un truman: «vemos muchos, muchos jóvenes que han tenido la sensación de estar siendo filmados».

Algunos casos clínicos de síndrome del show de Truman:

  1. Soltero, australiano, de 22 años con un historial de dos ingresos por trastorno afectivo bipolar, en las primeras fases de un episodio maníaco. Al llegar al Reino Unido, su condición se deterioró, con ánimo alterado, problemas de sueño, exceso de energía y pensamientos acelerados. Reconoció que estaba teniendo una recaída y fue a un médico general, quien le derivó a una consulta urgente de Psiquiatría. Antes de la cita, se convenció de que era un actor y que todo lo que estaba sucediendo era una película en la que él era el protagonista. Robó un coche que hizo chocar deliberadamente porque “era un coche trucado y yo era un especialista y se suponía que tenía que estrellarlo… estaba preparado para que no sufriera daño”. Fue arrestado y luego atacó al cirujano de la policía con lo que él erróneamente creía que era una botella de cristal de azúcar [el material que se usa en las películas para atravesar una cristalera sin daño] causándole graves lesiones. El paciente explicaba que él, el cirujano y la policía eran todos actores y que sus acciones no tendrían consecuencias reales. Fue internado en prisión para realizarle los informes psiquiátricos, y tenía episodios intermitentes de violencia y problemas similares de identificación.
  2. Matrona jubilada de edad madura avanzada. Había tenido varios ingresos por psicosis depresiva o esquizofrenia. En esta ocasión, estaba deprimida, madrugaba mucho, tenía retardo psicomotor, apetito y pérdida de peso y se sentía desesperanzada y con baja autoestima. Creía que sus parientes eran unos impostores y mostraba agresividad verbal hacia ellos. Creía que el hospital era un plató, ocupado por actores, el doctor encargado de los ingresos el director de la película y el propósito de la entrevista era conseguir un guión para el film. Aunque se resistía y era verbalmente hostil a los intentos de sujetarla, no era particularmente violenta. Se recuperó totalmente tras terapia electroconvulsiva.
  3. Periodista – historial de depresión. Estaba maníaco y psicótico. Creía que las noticias en periódicos, online, en la televisión, eran creadas por sus colegas en los medios para su diversión personal. Creía que los que estaban a su alrededor eran actores pagados y todo lo que le rodeaba era falso y que “todos sus asociados estaban involucrados”. Durante su hospitalización intentó escapar para ver si había disparidades entre las noticias que le daban en el centro sanitario y lo que sucedía afuera.
  4. Trabajó en un reality de la televisión y llegó a creer que era la persona cuya vida estaba siendo retransmitida. Pensaba que era un “concursante secreto”. También creía que todos sus pensamientos eran controlados por un miembro del equipo de rodaje pagado por su familia.
  5. Creía que le seguía el servicio secreto. Tenía un trastorno de hiperactividad con déficit de atención y episodios depresivos. Decía que había un esquema similar al del show de Truman. Creía que era el director de la trama, que involucraba a todo el mundo en su vida incluida la plantilla del hospital y que toda esa gente eran actores. Pensaba que podría estar siendo grabado mientras estaba en el hospital. Creía que las noticias eran fabricadas y que lo que decía la radio era grabado para él. Creía que la trama terminaría el día de Navidad y que entonces le dejarían libre.
  6. Su madre le pilló desmontando el termostato de su casa buscando si había allí una cámara oculta, pensaba que espiaban todos sus pasos en internet, y que las páginas web en las que entraba contenían mensajes en clave para él. Fue con su hermana y unos amigos a un festival de música y de repente todo tuvo sentido para él: desde el comienzo de la universidad había sido la estrella de un reality show en la televisión. Tenía que estar rodeado de cámaras ocultas. Aquella noche, mientras uno de los grupos tocaba, sería la final. Todo lo que tenía que hacer era llamar a su padre, que le encontraría entre la multitud que escuchaba el concierto, le subiría al escenario y le darían un cheque por un millón de dólares.

Las personas con truman intentan comparar sus ideas delirantes con el mundo real. Uno de ellos viajó a Nueva York para comprobar que el atentado terrorista del 11-S era un suceso real y no un giro imaginativo de sus guionistas. Otro entró en un edificio federal en el Bajo Manhattan pidiendo que le ayudaran a escapar de su película. Uno de los pacientes de los Gold, un veterano del ejército, quería trepar por la Estatua de la Libertad, creyendo que de esa manera podría librarse del show. El síndrome de Truman puede resultar en violencia, hostilidad verbal y falta de cooperación. Puede nacer del conflicto entre el mundo real y el creado por el delirio. Una película, un argumento donde yo soy el protagonista puede ser un buen punto intermedio que haga que la incoherencia entre ambas narrativas encajen.

A veces vemos los trastornos mentales como algo intemporal, a menudo descrito desde los tiempos de Hipócrates, pero este síndrome está fundamentado en inventos del siglo XX, el cinematógrafo y la televisión. Quizá el equivalente siglos atrás del síndrome de Truman serían esos delirios con los libros, sentirse parte de una trama, ajena claro a la realidad, que tan bien retrata Miguel de Cervantes en su personaje don Quijote y los libros de caballerías. El psiquiatra Joseph Weiner comentaba que «en la década de 1940 los pacientes psicóticos expresaban delirios acerca de que sus cerebros estaban controlados por ondas de radio, ahora estos pacientes se quejan habitualmente de que les han implantado un chip informático». Los delirios se «actualizan».


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